Ninguna rama del derecho tiene la notoriedad y complejidad del derecho penal. Podemos incluso decir que pocas profesiones generan tanta controversia en la sociedad como ejercer la defensa de la libertad de una persona desde el punto de vista legal.Ser penalista no es fácil en un país donde son deporte nacional la doble moral, el gozo con el castigo y con el mal del prójimo.
Algunos periodistas, generadores de opinión y personas en general vilipendian al penalista a diario por el solo hecho de ejercer su labor, "Abogados del diablo", "dilatadores de la justicia", "peores que sus clientes", "rock Stars.", "mediáticos" y muchos más y peores calificativos se nos dice a diario por diversos medios sin el más mínimo derecho a la defensa.
Pero, ¿saben una cosa? El penalista es una especie diferente, con mente fuerte y corazón enorme, sensible, leal, poderoso y, sobre todo, comprometido con la defensa de su cliente.
Eso lo aprendí de mi padre, quien en sus buenos tiempos de salud casi que daba la vida por sus defendidos. De eso por fortuna fui testigo muchas veces.
El abogado que quiera entrar a ser llamado defensor debe saber que venga de donde venga el insulto, la amenaza, la agresión o el irrespeto, primero está la protección de su cliente, protección que debe lograr usando todos los recursos que la ley le ofrece, gústele a quien le guste.
Eduardo Montealegre, quien ahora "se siente traicionado", traicionó a su gremio. Durante su gestión, los penalistas sufrimos la más feroz persecución que se ha visto en Colombia por esta Fiscalía aún regente.
Cada abogado que osó enfrentarse legalmente y no arrodillarse ante su poder género en el ente investigador una reacción a todas luces violatoria de los derechos fundamentales y del derecho de defensa.
¿Traicionado, doctor Montealegre? Traicionados nosotros los penalistas por usted que fue infiel a la defensa de las garantías, del humanismo, de la lealtad procesal.
Ex fiscal: traicionados los colombianos que saben que un fiscal debe estar para acusar a delincuentes, para lograr condenas de quienes las merecen. Su Fiscalía, en cambio, se dedicó a buscar cómo defender terroristas y genocidas y a buscarles soluciones jurídicas para evadir la justicia y evitarles la merecida cárcel. Señor Montealegre: fue usted el traidor, no el traicionado. A usted más bien lo utilizó el inquilino de Casa de Nariño, como ha sido su costumbre desde tiempos inmemoriales.
Si los libros no fueran sagrados, si botar uno o quemarlo no fuera un atentado a la cultura y educación en general, los suyos deberían sufrir tal condena, la condena por traicionar los valores más sagrados del penalista: las garantías.
Usted, Dr. Montealegre, defendió los derechos pero de quienes los han desconocido por más de 50 años de manera sistemática, grotesca, descarada, cínica. No, doctor Montealegre, perdóneme que le diga pero el traidor se expone a ser traicionado y a usted le dieron de su propia medicina.
No todos los penalistas somos amigos, es más, conocidas peleas entre nosotros han sido reportadas, pero cuando atacan la profesión nos unimos y nos defendemos. Se investigó a Abelardo De la Espriella. Se llamó a interrogatorio a Jaime Granados. Se nos compulsaron muchas copias injustas. En lo personal se pidió a mis clientes que cambiaran de abogado. Se me indagó de varias formas.
Su Fiscalía igualmente investigó a jueces garantistas y se rompieron las vestiduras cuando litigantes -como el honorable magistrado Fernando Castro- llegaron a la magistratura "a pesar de haber cometido" el "pecado mortal" de ser defensor y hacer lo que nos toca hacer: defender a nuestros clientes. Y no me vaya a decir ahora, doctor Montealegre, que usted no sabe qué es defender.
El país debe entender una cosa: todo ciudadano tiene derecho a ser defendido dentro del marco normativo. No puede haber ciudadanos de primera y segunda categoría. No puede depender de la corriente ideológica para que su defensa sea buena o mala y satanizada.
Enrique Santiago, Álvaro Leyva y otros, ¿son guerrilleros por asesorar a las Farc? ¿Y otros paramilitares por haber participado en desmovilizaciones de las extintas autodefensas? Desde luego que no.
En nuestra profesión hay bandidos, personas sin ética que han sido sancionadas como debe ser. Pero quienes ejercemos la protección de personas somos solo eso: defensores, y lo seguiremos siendo hasta la muerte.
El defensor no aspira a cargos públicos. El penalista aspira a morir en un estrado haciendo lo que más le gusta: luchar por quien les confió su libertad y su vida.
Absurdo es calificar a unos abogados como defensores de derechos humanos porque representan víctimas. Humanos somos todos los abogados.
Se que habló por muchos. Poco importa lo que digan personas que no conocen el caso específico y que opinan sin siquiera interesarse en conocerlo, quienes piden cárcel para unos y guardan silencio frente a la impunidad para otros. Hay una gran diferencia entre quienes atacan a los penalistas y quienes estúpidamente nos confunden con nuestros clientes.
Para ellos, para ustedes "nuestros verdugos", aquí estaremos cuando nos necesiten para defenderlos con alma, corazón y vida. Eso también se lo aprendí a mi padre.
@CancinoAbog
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