lunes, 27 de julio de 2020

La desgracia que el español Enrique Santiago le trajo a Colombia

Por Vanessa Vallejo

El hombre encargado de la "reconstrucción" de España tras el Covid-19 es uno de los principales culpables de la tragedia que hoy vive Colombia.

En el Congreso de Colombia hay «exguerrilleros» acusados de violación de menores. A uno de ellos -según declaran víctimas de las FARC- en los campamentos del grupo narco-terrorista le decían «tornillo» porque violaba niños hombres. Ese sujeto hoy habla desde el Senado sobre economía, política, leyes e incluso sobre acciones para proteger a la infancia colombiana. Uno de los principales culpables de que esa desgracia ocurra en Colombia es Enrique Santiago.

Esta semana di una entrevista a un canal español en la que hablando de las nefastas relaciones entre la izquierda española y los líderes de la siniestra colombiana mencioné las desgracias que ocasionó en Colombia el español Enrique Santiago, después de hablar de quien ahora es el vicepresidente de la «Comisión para la Reconstrucción Social y Económica de España después del impacto del coronavirus», recibí varios mensajes de españoles pidiendo más información sobre la relación de este personaje con las FARC y con la tragedia que vivimos hoy los colombianos. Voy a mencionar a continuación hechos que seguro ayudarán a algunos españoles desprevenidos a entender lo peligroso que es este hombre que se ha convertido en la mano derecha de Pablo Iglesias.

A Santiago lo empezamos a conocer en Colombia hacia el 2015, cuando inicia su trabajo como principal «asesor jurídico de las FARC para la Mesa de Conversaciones de La Habana», para los colombianos es el español comunista abogado de las FARC. El jefe de la delegación guerrillera en esas conversaciones, es decir el jefe de Santiago, era Iván Márquez, quien iba a ocupar uno de los 10 escaños que por culpa del  acuerdo de La Habana se les dio a los guerrilleros. Sin embargo, la captura en EE. UU. del sobrino narcotraficante de Márquez hizo que el jefe de quien es hoy la mano derecha de Pablo Iglesias volviera a sus andanzas en la selva antes de que la justicia estadounidense lo empezara a buscar por las pruebas que aportaría su sobrino respecto a los negocios de narcotráfico que seguía haciendo aún después de firmado el acuerdo. El exjefe de Santiago esta hoy presuntamente en Venezuela, desde donde dirige las «disidencias» de las FARC, protegido por Maduro, porque la justicia estadounidense ofrece $10 millones de dólares por información que lleve a su captura. Está claro, pues, que a Santiago le gusta tener jefes metidos en grandes problemas con la justicia internacional.

La primera vez que el ahora encargado de la «reconstrucción económica» de España dio de qué hablar en Colombia fue cuando en el 2015 en una entrevista aseguró que las FARC estaban dispuestas a que se les impusiera «sanciones con contenido reparador y restaurador», que no necesariamente tenían que incluir penas privativas de libertad. Aseguró también Santiago que si se consideraba aplicar penas de prisión, esas  deberían ser «para todo el mundo y no solo para las FARC», porque, según dijo, «Está claro que la cúspide de la cadena de mando alcanza a ministros, presidentes y a toda la cadena política».

Los colombianos veíamos cómo un abogado comunista español venía a decirnos que los culpables de años de tragedias, los peores asesinos de la historia de nuestro país, no debían ir a la cárcel. Que a cambio de que nos dijeran «la verdad» -que como era de esperarse no fue más que una retahíla de mentiras-, debíamos ofrecerles «sanciones con contenido reparador y restaurador».

Las declaraciones de Santiago que nos escandalizaron a los colombianos se convirtieron en realidad. Y es que en la mayoría de las ocasiones los comunistas nos dicen a la cara lo que nos van a hacer, pero muy pocas veces les prestamos atención. Tal vez vemos tan extremo lo que dicen que creemos imposible que lo logren. En Colombia, tal vez el proyecto más grande de quien ahora trabajará en la «reconstrucción» de España fue la Justicia Especial para la Paz (JEP), la justicia transicional que se encargaría de «juzgar» a los miembros de las FARC. Por cuenta de ese tribunal, varios de los grandes capos de las FARC se volaron de la Justicia internacional. Por ejemplo, Jesús Santrich fue pedido en extradición por Estados Unidos porque después de la firma del acuerdo seguía en el narcotráfico, la JEP -la justicia que ayudó a crear la mano derecha de Pablo Iglesias- decidió dejarlo libre, alegando que no había pruebas de las acusaciones hechas por la justicia norteamericana. Santrich ahora está en Venezuela junto con Iván Márquez, el otro exjefe de Santiago.

Por cuenta del trabajo del hoy diputado de Unidas Podemos, en el Congreso de Colombia hay miembros de las FARC acusados de violar menores, está alias «tornillo», por ejemplo. Quien ahora se burla de los colombianos dando discursos sobre cómo proteger a la niñez. La JEP, el invento de Santiago, dice que está haciendo las investigaciones correspondientes a estas acusaciones. Mientras tanto, víctimas de las FARC aseguran que sus denuncias no son recibidas por ese tribunal.

Y como nos lo dijo Santiago cuando la desgracia del acuerdo de La Habana apenas se empezaba a cocinar, no habrá cárcel. Ese acuerdo se firmó en el 2016 y hasta ahora seguimos esperando que la JEP emita alguna sentencia respecto a estos grandes capos de las FARC. También seguimos esperando que nos digan cuáles son esas «sanciones» de las que nos avisaba el que va a «reconstruir» España. ¿Pondrán a barrer calles a los violadores y asesinos? ¿En el día Congreso y en la tarde barrer calles?

Enrique Santiago fue el abogado principal de las FARC en un acuerdo que ha sido la desgracia más grande de la historia reciente de Colombia. Por cuenta de ese acuerdo las FARC se volvieron a llenar de cocaína y del dinero que eso les significa. También consiguieron 10 escaños en el Congreso que les fueron regalados, no obtenidos por votación. Gracias al acuerdo que asesoró Santiago, en Colombia hay violadores buenos -los de las FARC- y violadores malos -los que no son de las FARC-, un violador que «confiese» su delito ante la JEP, tendrá máximo ocho años de pena excarcelable. Por cuenta del trabajo del encargado de la reconstrucción de España, hoy en Colombia la que fue pareja de «tirofijo» -fundador de las FARC- es la segunda vicepresidente del Senado. La mano derecha de Pablo Iglesias fue el que lideró la creación de la Justicia Especial para la Paz, tribunal sórdido que Timochenko -uno de los máximos líderes de las FARC- definió como «una experiencia única en el mundo, un tribunal creado por los mismos insurgentes».

«No sé cómo le voy a explicar a mi hijo que mis violadores son congresistas», me dijo una vez una mujer que fue reclutada por las FARC cuando era una niña. La tragedia que se gestó de la mano de Enrique Santiago debe ser conocida por los españoles, que tengan claro quién es este personaje y lo que es capaz de hacer. No hablamos de discusiones sobre impuestos o sobre abrir mercados, hablamos de un abogado de un grupo de violadores y narcotraficantes, de un hombre que trabajó en la estrategia para dejar en libertad e incluso meter en el Congreso a los peores criminales de la historia de Colombia.

Es imposible que un personaje como Enrique Santiago pueda «reconstruir» algo. Su nuevo cargo es un chiste de muy mal gusto. El abogado de las FARC es un peligro para España y para cualquier país donde se le permita una porción de poder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario