sábado, 28 de diciembre de 2013

EN REALIDAD LOS COLOMBIANOS NOS PELLIZCAMOS EN EL EXTERIOR!!!

Por la Importancia de este Editorial del Periódico El Tiempo de Colombia, lo publicamos en nuestro Blog.

Editorial: Colombianos por el mundo


El mundo es ancho y ajeno, y el colombiano quiere recorrerlo. Casi podría afirmarse que no hay país del orbe donde no habiten paisanos. No fuimos un pueblo migratorio, pero la violencia y la pobreza han obligado a salir a millones de compatriotas en los últimos años.

Se dice que alguna vez una pareja de colombianos en viaje por Egipto se antojó de montar en camello. Fue así como en las pirámides de Giza se acercaron a un árabe que alquilaba los lánguidos animales “de elástica cerviz” y averiguaron el precio de un paseo. A la mujer le pareció demasiado alto y se lo expresó en español a su marido. Ante lo cual, para su sorpresa, el camellero les dijo:
–No se preocupen, que yo también soy colombiano y les hago una rebaja.
No se sabe si este episodio es chiste o leyenda, pero la dispersión de los colombianos por el mundo permite creer que podría tratarse de una anécdota verídica. En agosto, la periodista de EL TIEMPO Jineth Bedoya descubrió en la legendaria ciudad egipcia de Luxor a Paola Sanabria, una bumanguesa que se pasea muy oronda en su camioneta, donde un letrero proclama: ‘Colombia es una chimba’. Ella no alquila camellos, propiamente: es una arqueóloga reconvertida en guía de turismo.
Más antigua es la historia de doña Lorencita Villegas de Santos, que en los años cuarenta visitó Marruecos con su esposo, el doctor Eduardo Santos. Recorrían el mercado de Tánger cuando ella se enamoró de unas figuritas talladas en marfil que vendía un moro de cejas espesas. Las quería para sus amigas de Manizales, y así lo dijo a su marido.
–¿Manizales?¿Manizales, Colombia? –preguntó entonces el mercader en perfecto español, según relata en sus memorias Jaime González Parra, exsecretario de la Dirección del periódico.
–¡Eh, Ave María, sepan que yo soy Londoño de Medeyín…!
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Los colombianos no fuimos un pueblo migratorio. Nuestras puertas, lamentablemente, han estado siempre entrecerradas para el extranjero y durante mucho tiempo fuimos poco afectos a emigrar. La violencia y la pobreza, sin embargo, han obligado a salir a millones de compatriotas en los últimos años.
Según el Dane, en septiembre pasado había 3,3 millones de colombianos en el exterior, y según la Cancillería, 4,7 millones. Esto es, más del 10 por ciento de la población. En cualquier caso, es el país con más emigrantes regados por Suramérica y uno de los primeros del continente en Europa y Estados Unidos. Solo en el 2010 se establecieron en este último país 908.734 oriundos de la tierra del bocadillo de guayaba.
Aunque la tierra de la hamburguesa es el destino preferido del colombiano, hay también nutridas colonias de compatriotas en Venezuela y España. El mundo es ancho y ajeno, y el colombiano quiere recorrerlo. Casi podría afirmarse que no hay país del orbe donde no habiten paisanos.
Este año, uno vendió en Hong Kong el diamante más caro del planeta; otro es el zar de las frutas y las papas criollas en Rusia; uno más es chef de cocina en un glaciar de Alaska; las famosas imágenes en que Barack Obama parece coquetear con su vecina en los funerales de Nelson Mandela fueron captadas por un fotógrafo colombo-alemán; la ecuatoriana que ganó el concurso de Miss Mundo Gay no era ecuatoriana sino colombiana; un pereirano ganó en Italia el concurso de diseño interior del último modelo de carros Ferrari; la campeona de elaboración de tortilla de patata española vive en Galicia, pero es colombiana, y, para que nada falte, un mamífero criollo aparece en la lista Time de los 100 animales más importantes del mundo. Se trata del redescubrimiento del olinguito (Bassaricyon neblina), mezcla de oso y gato, que habita en los riscos andinos.
Muchos ejercen en el exterior oficios distintos de lo que sus diplomas muestran. Luis Leiva Cobo, vendedor de jugos de maracuyá en la Plaza Roja de Moscú, es médico cirujano y no pocos taxistas colombianos de Madrid y Nueva York son abogados o arquitectos.
Otros, en cambio, emigraron buscando éxito en su profesión, y lo lograron. Tal ocurre con Luis Javier Gómez, bogotano que diseña juguetes en Lego; Gabriel Villar, candidato a Ph. D. de la Universidad de Oxford (Gran Bretaña), quien creó una impresora en tercera dimensión capaz de sustituir en ciertas circunstancias el tejido vivo, y Adrián Pérez, residente en Medellín, que ganó un concurso mundial de diseño futurista en Suecia.
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Los narcotraficantes y criminales colombianos son fuente constante de noticias en el exterior. Algunos casos producen sonrojo nacional, como el colombiano que decapitó a su hija en Girona (España). Pero ciertas figuras contrarrestan la inevitable mala prensa, como los numerosos futbolistas que juegan con éxito en Europa y América. Por lo menos cinco compatriotas han lucido la camiseta de la Selección de Guinea Ecuatorial. Otro, en cambio, está acusado en Inglaterra de amañar partidos.
Técnicos, empresarios, músicos, deportistas y escritores colombianos florecen en muchos lugares. Entre los primeros se destacan Adriana Ocampo, científica del programa de Júpiter y Plutón de la Nasa. Y entre los empresarios, el economista Rodrigo Niño, uno de los genios del mercado inmobiliario estadounidense.
La ubicuidad del colombiano es tal que en julio el ingeniero Alfonso Fernández tuvo la suerte de ser el pasajero número 1.000 millones en el aeropuerto de Madrid y lo recibieron con bombo y platillos. Pero ninguno más notable ni notorio en el 2013 que el colombianito de 6 años adoptado por una familia italiana que se abrazó al papa Francisco durante un sermón y luego se instaló a bostezar en su silla. Este pequeño compatriota fue entonces el más inocente de los santos.
editorial@eltiempo.com.co

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